Un simple ejercicio

Llegó el día de la elección de presidente de la República en Colombia, que ha estado precedido de una campaña en la que se suponía que los votantes cruzaran argumentos que explicaran por qué votarán hoy por uno u otro candidato.

Pero no siempre hubo argumentos. Con frecuencia se lanzaron mensajes de odio a través de las redes sociales. Cito uno que vi esta semana:

“Entonces en cuanto a ciclismo quedamos así: Nairo Quintana con Rodolfo Hernández, Egan Bernal con nuestro Fico y los ladrones de bicicletas con Petro”.

A un periodista en Villavicencio se le ocurrió replicarlo y una mujer le respondió:

“¿Y los ladrones de los $70 mil millones con quién? Con el chirrete. Qué falta de respeto. Que sepa, una cosa es ser humilde y otra cosa ladrón de bicicletas. Un periodista debe ser respetuoso y no referirse así a las personas que queremos un cambio y pensamos diferente”.

Dejo ahí para que los lectores saquen sus propias conclusiones y salto a un ejercicio que realicé esta semana: vino a Villavicencio el político conservador Álvaro Leyva Durán, a quien se le ha visto con frecuencia en procesos de paz con grupos armados ilegales.

Dudé en ir a escucharlo porque en redes sociales hay quienes escriben que “ese siempre ha sido guerrillero”. Y gente de su propio partido me ha dicho que es un “godo recalcitrante”.

Así que, frente a eso, uno puede pensar: bueno, lo mejor será no ir a escuchar a Leyva porque parece que es un pensamiento sesgado.

Pero como me gusta hacer ejercicio mental, consideré algunas variables: recordé que en Japón profesan un profundo respeto por los ancianos (Leyva va a cumplir 80 años en agosto), al punto que el 19 de septiembre tienen un festivo con el título “Día de los Ancianos”.

Y lo otro: es innegable que el hombre ha acumulado una experiencia de la que seguramente algo se podrá aprovechar.

Así que fui al Parque de la Vida de Cofrem a escuchar cuidadosamente el discurso de este “adulto mayor” que es la expresión que se inventaron los burócratas en Colombia para referirse dizque respetuosamente a los ancianos. Y han puesto a la Real Academia Española por debajo, como queriendo decir que utilizar la palabra anciano es irrespetuoso.

Digámoslo en colombiano: me fui a escuchar al viejo. En su discurso recordó que ha estado involucrado en procesos de paz desde que Belisario Betancur fue presidente de Colombia hace 40 años (1982-1986).

Por esa época estuvo en Uribe haciendo parte de la Comisión de Verificación de unos primeros acuerdos con las Farc. En Casa Verde dialogó con personajes como Alfonso Cano.

Y luego descubrió –según su narración- que la Comisión de Verificación no era capaz de salir a decir públicamente que la Fuerza Pública había disparado contra población civil en alguna zona apartada.

Luego participó en diálogos con el Quintín Lame y el EPL, entre otros grupos ilegales.

El propio Leyva dijo que estas correrías le permitieron conocer una Colombia diferente. “Para hablar con el contradictor había que ir a los sitios más recónditos”.

Y citó una frase que me parece clave: si no hay paz, no hay ejercicio de los demás derechos. Clave porque tratar de vivir en paz debería ser un propósito de cada persona, cada día. Pero fíjense que quienes en la iglesia se dan el saludo de la paz cuando el sacerdote lo indica, luego salen a replicar memes como ese del ciclismo que cité arriba, en esta columna.

Hay que hacer un esfuercito más allá de las ceremonias en las que fingimos que somos personas de paz.

Pero sigamos con lo que dijo Leyva: criticó la costumbre de los partidos de ordenar a sus militantes votar por algún candidato. “Hay que ir como el ganado a un potrero. ¿Dónde está la libertad, el discernimiento?”

Mencionó el concepto de justicia prospectiva. “Todo lo que hagamos hoy, tiene que ver con quienes están por nacer”.

Y finalmente recordó que el M-19 secuestró a su copartidario Álvaro Gómez y tuvo que ir a negociar con Antonio Navarro su liberación. “Pero luego los vi en la Constituyente: secuestrador y secuestrado sentados alrededor de la misma mesa. A eso es que tenemos que llegar para poder andar en libertad. Para tomar decisiones en libertad”.

Este fue un simple ejercicio de escuchar al otro, con ánimo de aprender. Saber escuchar y valorar la experiencia de los ancianos son cosas simples que los seres humanos podemos hacer. ¿O prefiere dejarse llevar por los prejuicios, estigmatizar y sentenciar a otros sin siquiera escucharlos?

Omar Camargo
Periodista

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