La economía del conocimiento

La economía del conocimiento

El escritor uruguayo Eduardo Galeano hace muchos años nos contó en su libro, Las venas abiertas de América Latina, cómo otros países se llevaban el caucho que cultivábamos y nos era devuelto, con un costo enorme, en llantas para vehículo.

En Perú se produce un algodón de mucha calidad considerado el mejor algodón del mundo conocido como peinado o tela fría, pero es una reconocida marca la que se queda con la mayor parte de las ganancias al convertir ese algodón en buzos mejor conocidos como polos.

El chocolate suizo es el más famoso del mundo, sin que ellos lo cultiven. Y entonces uno se pregunta, si no cultivan cacao, ¿cómo es posible que tengan el mejor chocolate del mundo? Pues desde hace más de 100 años comenzaron a hacer de su producto algo placentero al paladar. Le mejoraron la textura, lo suavizaron y le agregaron leche en polvo en un proceso que les permitió optimizar sustancialmente el chocolate que vienen produciendo desde el siglo XVII.

Esa fama les permite unas ventas de miles de millones de dólares, muy a sabiendas que los expertos aseguran que hay chocolates de mejor sabor en Italia o Francia. Algo bueno del “crea fama y échate a la cama”.

 Y así les puedo seguir enumerando una larga lista de cosas que parece, a primera vista, que no tienen sentido. A esto se le conoce como Economía del conocimiento, me refiero a las ganancias por producción, no a las ilusiones ópticas.

Alguna vez en una conversación que tuvimos en el marco de una sesión de educación para el desarrollo con el chef más famoso de Villavicencio, quien por su humildad prefiere que lo llamen cocinero, Yulián Téllez (Yul, el cocinero llanero), coincidimos en la falta que le hace a la economía llanera el poder industrializar tantas productos que se pierden en nuestra región. El plátano verde convertirlo en chips, mermeladas de frutas, caramelizados, panela en polvo, tostones de yuca y sus derivados y así, una interminable lista de productos que pueden ser exportados y que no se limiten a la comercialización en las plazas de mercado con el lamentable fin conocido que quienes se llevan la mayor parte de las ganancias son los que comercializan e imponen los altos precios del mercado.

Entonces comenzamos a entender para qué sirve el conocimiento que esta inmerso en toda la cadena de producción de un producto equis. El diseño de la marca, el diseño de su estructura, el branding (la marca), el brand management (manejo de marca), el marketing (mercadeo), los procesos y todo lo que gira entorno a la terminación de un producto, incluida la publicidad y su puesta en el mostrador o en una punta de góndola de una gran superficie. Les escribo sus nombres en inglés porque así lo enseñan en las universidades porque también tienen la tendencia a creer que lo extranjero es mejor, pero de eso nos ocuparemos en otra columna.

Lo importante aquí es entender que la Economía del conocimiento genera valor y permite ofrecer nuevos productos que no se reducen a la simple creación o cultivo de ellos.

Les hablo del tema porque el departamento del Meta tiene una gran extensión de tierra apta para cultivar y los campesinos pierden grandes cantidades de dinero al verse expuestos a los valores de compra que les ofrecen los comercializadores. Quedarse en la simple consideración de cultivar plátano para venderlo en una plaza de mercado en Villavicencio o en los mejores casos en Bogotá, es una acción de desconocimiento de las oportunidades que ofrece el poder desarrollar una marca con enorme potencial pues millones y millones de personas en el mundo están necesitando los productos derivados de la gran cantidad de cultivos de los Llanos.  

Es responsabilidad de los gobernantes comenzar a explorar las innumerables posibilidades de desarrollo e industrialización de lo que cultivan nuestros campesinos. El café es uno de los productos que ya comenzó a andar. Ver como surgen nuevas marcas cuyo origen está en las montañas del Meta, nos debe llenar de orgullo pues es una buena forma de progreso regional.

Lastimosamente no hemos sido capaces de tener los gobernantes que necesitamos y nos quedamos con los que se inventan una planta despulpadora o cuanta imaginación tienen para quedarse con los recursos del erario.

Es muy posible que necesitemos tecnología que no tenemos, recursos humanos capacitados que no se están preparando porque las instituciones de educación superior no están pensando en la economía del conocimiento. Innovar es la base, pensar en mejores niveles de eficiencia se hace imponderable en estos momentos, todo contenido curricular apunta a una oferta académica similar y eso no ayuda en la búsqueda de nuevos productos.

Imagínense meterle todo esto de lo que estamos hablando al patrimonio inmaterial y la riquísima cultura llanera. Perú hizo una campaña mundial para imponer su nombre como una marca de comida y logró posicionar su culinaria, ejemplo que debíamos tomar los colombianos pues es bien sabido de la enorme oferta gastronómica que tenemos.

Entonces ya queda claro que si quiere generar valor a sus productos debe repensar el producto final. Conozca su producto, busque su valor agregado, piense en cómo puede llevarlo a otro nivel, la respuesta puede estar en la economía del conocimiento.

Bienvenidos sus comentarios para que entre todos comencemos a construir región y darle una mano a nuestros campesinos tan olvidados y mancillados por el simple desconocimiento de su invaluable trabajo y del aporte que hacen en el desarrollo de la región.    

Germán Moncada Blanco
Director

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