El valor del guía

En el listado de películas por ver, que procuro no se desborde, anoche tuve la oportunidad de quitar de ese larguero dos títulos y una ellas me obligó a escribir estas líneas.

Se trata de The tender man traducida para el idioma español como El bar de la esperanza (recuerden que las traducciones no son literales en el cine, un muy buen ejemplo es The silence of the lambs que fue traducida como El silencio de los inocentes). La historia pasó de agache ante la crítica mundial, pero Goerge Clooney dirigió prodigiosamente la historia. Ben Affleck interpreta al tío que todos queremos tener, aunque aquí lo hace por la ausencia del padre del protagonista. Y para no hablar más de los actores, en la película también podemos ver a la triplemamasita de Briana Middlenton quien disfrazada de amorosa lo único que hace es usar a alguien que la ama (normal en nuestros tiempos de efímeros valores). Si tienen tiempo encuentran el largometraje en Amazon prime video; y no me pagan por el comentario, ojalá fuera así.

Pero volvamos a lo que nos ocupa. Crecí sin la presencia de mi padre, hoy sé que no fue su decisión pues en la medida de lo posible me enseñó el valor de un guía. Siempre que escucho la canción La loma del tamarindo del Gran Combo de Puerto Rico me acuerdo de mi padre porque en la letra su compositor Ángel “Wiso” Santiago dice que cuando con su viejo trabajaba el enseñaba cuánto valía la honradez.  Y es que esa falta de quien te acompañe y te ayude con las tantas y tantas preguntas que nos asaltan cuando empezamos a crecer, puede hacer que el barco tome otro rumbo, que debamos aprender con los ojos vendados o que una vida se pierda, así de importante es. Tenga en cuenta que los chicos de hoy por sobre protección de los padres se les conoce como la generación de cristal.

Los guías son muy valiosos en los sitios que no conocemos, sobre todo cuando llegamos a países o regiones que tienen una cultura diferente a la nuestra. Los guías se preparan para hacer su trabajo y lo hacen con todo el amor del mundo. Sin ellos el caos reinaría y el intercambio de saberes, la transmisión del conocimiento, el aprendizaje de la historia y el respeto por ancestral se perdería. Entonces estas líneas son para los padres, los maestros o profesores (que no es lo mismo), para los dirigentes y sobre todo, para los politiqueros que de guías no tienen mucho. Cuando la vida nos pone el reto de ser guías es cuando sabemos de qué estamos hechos. Franco de Vita nos dijo en su canción No basta, que aunque seamos padres porque es obligatorio, porque son la base del matrimonio o porque nos equivocarnos en la cuenta, no es suficiente. Nunca es suficiente.

Un padre no es quien engendra, un padre es el soporte vital, la principal luz en el camino y aquí sí que hay de esa maravilla de convertirnos en seres de luz, no importa que sea para los poquitos que nos rodean. Si lo logra con tan sólo una persona créame que habrá hecho mucho por la humanidad, los seres de luz que transforman con amor son el soporte de una aldea que dará paso a una sociedad de bien. No podemos escoger a nuestros padres, pero la vida después de ellos será única e insoportablemente nuestra decisión y por tanto nuestra responsabilidad.

Una vez que el guía de la casa deja en las manos del Maestro o del Profesor lo que será la educación de su hijo, comete un grave error pues los educadores son un complemento en la formación de las personas. Piense que un profesor o profesora es humano y como tal tiene una vida. Si un profe llega su aula cargado de problemas, con deudas, con preocupaciones o peor aún, con dolor o ira en su corazón, lo que debe ser un facilitador del conocimiento se convertirá en una pesadilla para sus aprendices. La formación como persona se debe adquirir en la casa, en las escuelas se va a socializar, a adquirir saberes y en muchos casos a conocer amigos para toda la vida que se pueden convertir en nuestros hermanos.

Un dirigente es alguien que influye en un grupo o comunidad. Un politiquero es quien saca provecho de su don de señorío porque convence incautos y así se convierte en administrador del erario.  A los periodistas nos asiste la responsabilidad de ser formadores de opinión, entonces cabemos en la categoría de educadores. Si un periodista se hace del lado del dirigente podrían obtener buenos resultados. Si un periodista se hace del lado del politiquero está faltando a su compromiso con sus audiencias y se está convirtiendo en cómplice. El problema es que muchos se escudan en tan noble oficio para obtener bienes materiales y prefieren quedarse en la orilla de los malos. No los juzgo pues cada uno es responsable de sus acciones y como tal deberá responder en su momento.

En la película que les menciono, uno de los actores dice con tono burlón: «cuando eres malo escribiendo, te haces periodista», y para defendernos creo que la formación como periodista nos ayudará a ser escritor de largo aliento pues todos los comunicadores escribimos. La invitación es a no quedarnos en el noble oficio, es a contribuir de alguna manera en hacer de esto un camino más justo donde quepamos todos. Satisfacer las necesidades es primario, en cambio construir aldeas donde el humanismo sea una bandera hará de nuestras audiencias fans del amor que en últimas es lo único que puede salvar al mundo.

Y finalmente llegamos a los más queridos, lastimosamente: los politiqueros. En nuestro diario vivir están en todas las noticias. Prometen y prometen para llegar y cuando llegan no cumplen. Estupro según la RAE (Real Academia de la lengua Española), es: «Coito con persona mayor de 12 años y menor de 18, prevaliéndose de superioridad, originada por cualquier relación o situación». Pero la sabiduría popular lo convirtió en una definición propia de la cultura del mamagallismo nuestro. Por ello debe entenderse como nos lo enseñan los cultores de la bohemia quienes dicen que estupro es: «prometer para meterlo y después de haberlo metido, no cumplir lo prometido». Y eso son los politiqueros, seres mezquinos a quienes sólo les importa llenar sus bolsillos y los de quienes los rodean porque los politiqueros no tienen amigos, tienen cómplices. NUNCA cumplen sus promesas, se olvidan que están allí porque tienen la responsabilidad de ser guías, de llevar a buenos pastos a sus rebaños, de ayudar a saciar la sed de sus conciudadanos pero nada.

Aristóteles hablaba del Principio de No Contradicción (PNC), que viene siendo uno de los soportes de la cultura occidental. Eso de ser y no ser al mismo tiempo es un principio filosófico que choca con nuestro entendimiento cuando encontramos en otras culturas un principio contrario como es el Yin y el Yang del taoísmo, que habla de dos fuerzas contrarias y complementarias que se encuentran en todas las cosas. Entonces la guía está en lo que haces de corazón, no puede haber una religión, un principio filosófico ni nada que te obligue a inducir a otras personas al error. Cuando actuamos convencidos que tenemos la verdad absoluta nos convertimos en una secta. Nos olvidamos del sermón de la montaña y preferimos lo banal que nos ofrece el mundo de lo superficial. ¿Hedónicos y dionisíacos? ¿Amantes del placer y poseídos para evitar la neurosis o la locura? Por preferencia somos amantes del placer y cómo no. Pero no olvidemos que los faros fueron concebidos para ayudar en la oscuridad a que los barcos lleguen a sus destinos. Ser faro es difícil, lo fácil es dejar que las cosas pasen por generación espontanea y créanme, todo bajo el cielo tiene un momento. Es su decisión si es guía u oscuridad.  

Germán Moncada Blanco
Director

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