Hay que echar el cuento completo
Cuando el gobernador del Meta, Juan Guillermo Zuluaga, entregó la remodelada unidad de urgencias del hospital de Villavicencio, a finales de noviembre, recibió aplausos porque es indiscutible la calidad de la obra física y la dotación.
Pero pocas horas después salió el diputado Juan Camilo Chávez con un video a través de sus redes sociales a decir que el gobernador solo había mostrado el primer piso, pero que el segundo y el tercer piso siguen mostrando la devastación que dejó el incendio de septiembre de 2021.
¿Qué conclusión sacamos de eso? Que hay que echar el cuento completo. Porque si solo cuenta una parte y viene otro y cuenta lo que falta, siempre va a pasar lo que le pasó al gobernador: queda en evidencia que solo le gusta mostrar lo bonito y que trata de ocultar lo feo.
Eso en administración pública no es bueno. Quizá en la vida personal no sea grave, pero en la vida pública lo es. Porque se pierde credibilidad, que es tan valiosa para los políticos como para los periodistas. Un político y un periodista sin credibilidad valen tres pesos.
El caso de la unidad de urgencias del hospital tiene un punto adicional por corregir: esas salas están saturadas todo el tiempo de gente que pide atención inmediata. Lo que han contado algunos usuarios indica que se debería nombrar más personal médico para que un solo doctor no tenga que atender simultáneamente varios pacientes. Porque cuando se trata de urgencias, los segundos cuentan.
El problema es que el caso del hospital no es el único en el que se le nota al gobernador esa actitud de ocultar cosas, de no echar el cuento completo.
Está el caso de la planta hortofrutícola de Granada. He estado preguntando insistentemente a funcionarios de la Secretaría de Agricultura departamental sobre ese tema y han sido evasivos. Pero esta semana el presidente de la Asamblea Departamental, José Manuel Sandoval, reveló que el Ministerio de Agricultura tiene una demanda contra la Gobernación del Meta por esta obra inconclusa en la que se han invertido cerca de 20 mil millones de pesos.
Y uno se pregunta ¿por qué Zuluaga no sale y cuenta lo que pasa con la planta hortofrutícola? Contarle a la gente lo negativo no es pecado. Al contrario, puede ayudar a generar credibilidad. Ocultar lo negativo es lo que no se le acepta a un funcionario público.
Y menos cuando en su discurso de posesión, el 27 de diciembre de 2019, Zuluaga aseguraba que “La política de desarrollo agropecuario será el centro de nuestro programa de Gobierno y del Plan de Desarrollo que ejecutaremos en el cuatrienio. Si al campo le va bien, a las ciudades les va bien”.
Otro caso: hubiera sido sano que el gobernador se pronunciara públicamente sobre la situación de su secretario de Gobierno Hernán Gómez, que es su segundo secretario de Gobierno judicializado. Guardar silencio lo convierte en cómplice. Claro, Gómez no ha sido condenado y uno no pide que el gobernador salga y lo condene en público sin esperar el final del juicio.
Bastaba con que hubiera informado que Gómez fue separado del cargo para que responda los requerimientos de la justicia. Algo así, sencillo. Pero no guardar silencio frente a un tema delicado.
Y, por último, una observación sobre el enfoque para responder a sus críticos. Es que Zuluaga, en su discurso de posesión tres años atrás, decía lo siguiente:
“No me va a molestar que los diputados digan lo que yo no quiero oír, que es otro vicio de algunos dirigentes a los que solo les gusta oír a los aduladores que dicen que el gobernador o el alcalde son lo mejor. La crítica es un baldado de agua fría que nos conecta con la realidad, que nos quita el manto que no nos permite ver el horizonte con más claridad”.
Pero revisemos lo que dice ahora:
“Destruir es muy fácil. No es sino tener un mal hígado y una mala conciencia para dedicarse a destruir y hablar mal de los demás. Eso es muy fácil. Construir no es tan fácil. Esos que viven enfermos del alma y que no quieren reconocer nada. Pero no importa. La gran mayoría de la gente del departamento nos ha visto trabajar”.
Está criticando a sus críticos y eso es darles importancia. Y si les da importancia es porque algo de lo que han dicho esos críticos lo tocó, lo estrujó. Fíjense que no sale el gobernador a desmentir alguna afirmación, que es lo que se hace cuando el crítico sale públicamente a afirmar algo falso.
Sale a hablar en términos generales y a quejarse que hay quienes no quieren reconocerle ningún mérito.
Mal enfoque. Lo que el gobernador podría decir con mayor tino es: “El diputado Chávez (si es el crítico a quien le quiere responder) afirmó que el cielo es verde, y no: el cielo es azul”. Así, concreto.
Pero si el crítico solo está diciendo sandeces, pues no hay necesidad de responderle. Se ignora y así no se le da importancia a una simpleza. Así que, si no resistió las ganas de criticar a su crítico, debe ser porque el crítico no está hablando sandeces. Piensa uno.