presentación en tarima

Sería bueno tener razones para ser optimistas

Vino el ministro de Educación, Alejandro Gaviria, a presentar su libro “No espero hacer ese viaje” y tuvo una agradable charla con la rectora de Unimeta, Leonor Mojica, en el marco de la Fiesta del Libro que se realizó en la biblioteca Germán Arciniegas.

Gaviria leyó una reflexión que está en el libro sobre el uso de las redes sociales:

“Como ocurrió con la imprenta y con la radio, las redes sociales han llevado a un deterioro del debate público en una creciente radicalización. La mentira, que fue siempre una táctica de guerra, se ha convertido en la norma. Cada vez parece más cierto que es posible engañar a casi todo el mundo, casi todo el tiempo. Las redes sociales han industrializado la mentira, han llevado el engaño a un nivel insospechado”.

No es nuevo lo que plantea el ministro. Recordemos que hace más de 7 años, el italiano Umberto Eco advertía que “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles«.

Pero el escritor y filósofo italiano también admitió que «no se puede frenar el avance de Internet. No es solo reconocer los riesgos evidentes, sino también decidir cómo acostumbrar y educar a los jóvenes a usarlo de una manera crítica». 

Pero volvamos al libro del ministro: el prólogo fue escrito ni más ni menos que por Mario Mendoza, probablemente el escritor más popular de la época en el país. Mendoza escribe lo siguiente:

“(…) en una época enloquecida y febril como esta que nos ha tocado vivir (una guerra en Ucrania que parece ir escalando a nivel mundial, tensiones políticas en Taiwán, auge de los populismo tanto de derecha como de izquierda, crisis climática, grandes migraciones, una hambruna que se avecina, una pandemia que aún no termina), lo que estamos necesitando es justamente que los políticos entiendan y ponga en práctica el legado de Stefan Zweig: igualdad, hermandad, solidaridad. Porque estamos una vez más al borde del abismo y, si no logramos construir un nosotros vigoroso y fraterno, habremos fracasado estruendosamente”.                                                                 

Mendoza pinta un mundo sombrío. Vea usted los contrastes de la vida: el gobernador del Meta, Juan Guillermo Zuluaga, en sus discursos recientes, ha estado rechazando esas visiones oscuras, pesimistas, y ha invitado a ver el futuro con optimismo.

“Hay errores y hay defectos en la administración pública, pero hay cosas muy buenas y sobresalientes. Y si algo necesita este país es gente positiva, gente que le apueste a que las cosas mejoren, que veamos el futuro con optimismo. Desde el Meta vemos a Colombia con mucho optimismo. Aquí lo que hay es que trabajar, hay que dejar tanta quejadera, tantos lamentos, tanta peleadera…”

Zuluaga critica a populistas y demagogos que quieren mostrar un escenario en el que nada sirve, nada funciona, todo es -según ellos- un caos y un desastre.

Pero él mismo cae en esa demagogia cuando dice: “Si todos los días los metenses se levantan con optimismo, vamos a tener el departamento que estamos soñando”.

Claramente no es suficiente que los metenses se levanten con optimismo todos los días. Hay que crear un ambiente que permita ser optimistas. Pero si no se informa a los metenses por qué sigue abandonada la planta hortofrutícola de Granada en la que se han invertido cerca de 20 mil millones de pesos…

Y en cambio sí afirma el gobernador que la Contraloría General ha reconocido al Meta como líder en recuperación de obras inconclusas (elefantes blancos)…

“No podemos permitir que muy poquitos quieran hacer ver algunas cosas que faltan como si fuera lo más grande. Lo más grande es muy bueno, es lo que hace la gente de mi departamento. Si de algo están ávidos los ciudadanos es de eficiencia en el sector público, que los funcionarios públicos hagamos bien la tarea, es nuestro deber y nuestra obligación”, agrega Zuluaga en sus discursos.

Pero es que no se ve eficiencia, por ejemplo, en la ejecución de la doble calzada en la salida de Villavicencio hacia Acacías. El plazo ya se venció hace rato. El gerente de la Agencia de Infraestructura del Meta no informa a la comunidad por qué tanto retraso, cuántas adiciones van, cuánto suman las adiciones más el contrato original, cuándo terminarán la obra…

Sería bueno tener razones para levantarse optimista. De pronto ayudaría que en vez de rendiciones de cuentas saturadas de autohalagos, el ciudadano pudiera acceder a información sobre los contratos del Gobierno sin los enredos del Secop. Algo tan simple como escribir en la barra de Google.

Omar Camargo
Periodista

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