Échele ojo a este concepto: posverdad
El mexicano Alejandro Suárez, uno de los conferencistas de la Cumbre Internacional de Estrategia y Comunicación Política Digital que se realizó este sábado en Villavicencio, se refirió a la era de la posverdad en la que la gente no quiere saber de la verdad, sino que quiere que le reafirmen sus creencias.
Wikipedia explica que la posverdad o mentira emotiva es un neologismo que implica la distorsión deliberada de una realidad en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos.
Por su parte, la Real Academia Española (RAE) define la posverdad como una distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.
Es bueno ir poniéndole el ojo a este concepto de posverdad teniendo en cuenta que el próximo año habrá elecciones regionales en las que elegiremos gobernador del Meta, alcaldes, diputados y concejales.
Modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales. Eso es lo que van a intentar muchos de nuestros políticos con sus respectivos grupos de asesores.
El debate se enfocará en las emociones. Entonces los detalles de la política pública corren el riesgo de quedar en segundo plano.
Lo peligroso está en esto: algo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad.
Un instrumento de manipulación mediática.
Y opera con tecnología moderna: la posverdad utiliza para su funcionamiento el micro-targeting, una técnica basada en algoritmos que analiza, separa y junta a las personas según su forma de pensar y sus intereses, y ofrece servicios y productos que satisfagan sus deseos para tener así a la gente dividida por ideologías y creencias.
Como resultado, una persona de ideología conservadora se informará solamente a través de “fuentes” que reafirmen sus creencias, y lo mismo una persona socialista.
Vale precisar que hoy los medios masivos de comunicación son las redes sociales. Rara vez, el conservador consultará los medios que consulta el socialista. Y viceversa.
Entonces los medios se preocupan más en dar a cada uno su verdad que en dar la verdad de manera objetiva.
Cada vez es más común ver interpretaciones y opiniones subjetivas sobre la realidad de cada uno, que la realidad en sí.
Lo ideal es que el usuario encuentre información que le permita obtener sus propias conclusiones.
Pero las opiniones enmascaradas como información veraz, dificulta aún más que el ciudadano de a pie se informe.
El resultado es que los ciudadanos no puedan diferenciar la verdad de la mentira porque la información ha sido transformada en propaganda.
Obviamente la ética es arrojada en un ataúd y enterrada a varios metros de profundidad. Porque los poderosos grupos económicos privados que controlan los medios de comunicación polarizan a la población.
Y la gente vive convencida que su opinión vale más que los hechos. Empoderados porque todos pueden publicar su opinión.
«Es terriblemente narcisista, comentaba el filósofo, humanista y pensador británico A.C. Grayling en una entrevista con la BBC.
Suárez, el conferencista mexicano que habló en Villavicencio, recomendó a nuestros políticos volver al principio básico de la política: resolver los problemas de la gente.