“Chao, chao, que me deja el avión”
Estuvieron esta semana en Villavicencio los comisionados Saúl Franco y Alejandro Valencia socializando el Informe Final de la Comisión de la Verdad, así que estuve pendiente en el Hotel GHL donde me encontré con episodios esperanzadores y momentos decepcionantes.
Inicio mi análisis por los aspectos negativos: en la conferencia de prensa los comisionados se enfocan en repetir -quizá con más detalle, pero igual sin el final que uno espera- la dolorosa historia de la violencia en este país.
No digo que sea inútil conocer esa historia. Lo que digo es que esa historia ya ha sido contada y lo único nuevo sería que nos digan: “Pedro mató a Juan por estas razones”, pero esa parte de la historia no la tiene la Comisión de la Verdad. Por eso digo que no es el final que uno espera.
A lo que voy es que, una vez presentado el Informe Final, los comisionados deberían enfocarse en responder a las preguntas: ¿Para qué nos va a servir esto a los colombianos? ¿Cuál es la estrategia para que este documento no se quede ahí como otro de los tantos que la gente no lee?
Son 10 tomos y más de 7.000 páginas.
Otro momento decepcionante de la visita de los dos comisionados: al final, en un breve encuentro con la Academia y demás sectores que aceptaron la invitación, hicieron la presentación de rigor y salieron corriendo porque estaban justo a tiempo para no perder el avión de regreso a Bogotá, según explicaron.
Yo le preguntaría al doctor Franco: ¿de verdad cree que es un buen método para aclimatar la paz? El mensaje que queda es “léanse el informe y en otra ocasión lo discutimos… chao, chao, que tengo afán…”
También fue decepcionante ver que a la conferencia de prensa solo asistimos 5 o 6 periodistas. Los medios de comunicación no muestran interés en construir paz. Al contrario, con frecuencia aprovechan para elaborar titulares que exacerben los ánimos como uno que vi esta semana: “La amenaza que lanzó Primera Línea al nuevo gobierno”. Y cuando uno lee el artículo se encuentra con que se trata de un joven que dice en un video que, si Petro la embarra, ellos vuelven a protestar.
O este otro: ¿Por qué Iván Velásquez, ministro de Defensa de Gustavo Petro, es considerado por el uribismo como una “declaratoria de guerra”?
Es el mismo método que utilizaron en campaña de sacar tres veces por semana a Marbel insultando a Francia Márquez o a Petro.
Hay que reconocer que la mayoría de los medios locales (hablo de Villavicencio) exaltan con frecuencia hechos de paz. En esto hay que hablar claro: no son solo los medios, es que buena parte de sus seguidores pide sangre y no se interesan por noticias relacionadas con la paz.
Los episodios esperanzadores a los que me refería al comienzo de esta columna son, por ejemplo, ver que la Academia ya viene participando en el proceso de aclimatar la paz. Las universidades de Villavicencio tienen su propio comité de asuntos de paz y se reúnen con frecuencia a analizar los asuntos pertinentes. Varios integrantes de ese comité estaban allí en el Hotel GHL para escuchar a los comisionados.
La iniciativa de las universidades no surgió a partir del Informe Final de la Comisión de la Verdad, sino que era un proceso que ya venía.
Y la convocatoria a la paz grande. “Convocatoria a la paz grande” es el título de un libro que nos entregaron los comisionados en la conferencia de prensa. Y resalto que en estas páginas la Comisión de la Verdad reitera la necesidad de negociar la paz con el ELN y otros grupos armados para no seguir en el conflicto armado “que se transforma todos los días y nos devora”.
“Estamos convencidos de que hay un futuro para construir juntos en medio de nuestras legítimas diferencias”, se lee allí. Y la pregunta es: ¿quiénes estamos convencidos? ¿Será que incluimos en esta romántica frase al narco y sus pistoleros dispuestos a imponer la ley del fusil en los territorios estratégicos para ellos?