“El alma de las víctimas”
El 9 de abril se celebró el día de la memoria y solidaridad con las víctimas. Con motivo de esta fecha se realizó una muestra artística en el centro comercial Alcaraván, de la ciudad de Yopal, donde varios artistas hicieron su participación a través de cantos y contrapunteos.
Entre los distintos rostros de recia expresión estaba Nohemí Sanabria, quien se destacó con su presencia y un curioso acompañante. Ella vestía un sombrero peloe’guama y llevaba pintado en un lado de su rostro la bandera de Colombia y en el otro, una lagrima. Al lado de Nohemí, inmóvil el cuadro al que ella bautizó: “El alma de las víctimas”, una obra artística que hace mención de esta fecha.
Pintado y elaborado con una técnica muy detallada y original, generaba una sensación revuelta de caos y esperanza. Según Nohemí, el motivo de su presencia en este lugar no era otro que dar voz con su arte a las más de 74.000 víctimas que han sido identificadas según el Registro Único de Víctimas del departamento de Casanare.
En el centro de dicha obra, llamaba la atención la silueta de una mujer con una lágrima en su mejilla. La misma que Nohemí tenía pintada en su rostro. Aquella imagen se interpretaba como el reflejo de la mujer en el conflicto, pero a la vez era la de una mujer resiliente siendo el centro de un todo.
Después de una breve charla de introducción pude hablar con esta autora, una mujer con tono de voz alegre, a la que no parece que la guerra se le haya llevado a su papá y por poco también a su hijo, a quien perdió cuando los niños y jóvenes eran usados como instrumento de guerra. Pero gracias a su valentía logró salvarle la vida.
Allí me contó parte de ese gran historia que lleva en su corazón, entre esas, que vive en Tauramena su pueblo natal, donde vivió el horror del conflicto armado en la época donde la ley era la guerrilla o los paramilitares. Nunca se fue, al contrario, tomó la decisión de quedarse allí, levantarse y salir adelante.
Hasta Tauramena fui a verla unos días después y me sorprendió encontrarla sin el sombrero y sin la pintura en su cara. Con decir que casi no la reconozco. Incluso, tuvo que volverse a presentar para que la pudiera reconocer.
En Tauramena, pude ver no solo a una artista, también a una madre de familia, una líder social, una mujer emprendedora y sobre todo soñadora, quien hoy tiene un reconocido restaurante que se caracteriza por su buena atención y las piezas artísticas que allí reposan, piezas que fueron creadas y tomaron vida por sus propias manos.
Dicen que caminar por ese lugar es como caminar en una especie de museo llanero, rodeado de pedacitos de la magia autóctona de nuestra bella cultura del arpa, cuatro y maracas.

La historia de Nohemí se repite en la vida de muchas mujeres que, sin haber escogido, les tocó vivir ese dolor que comparten todas las víctimas de Colombia al saber que perdieron gran parte de su vida, luchando contra un monstruo llamado guerra.
La diferencia con Nohemí es que ella decidió seguir adelante, no quedarse en el pasado, hacer lo que dice aquella frase de cliché, pasar la página. Para ella, siempre es más importante ver el lado bueno de las cosas. Ahora su lucha es por un concepto de vida y superación, en donde las víctimas no se queden en ese abismo desolado.
Su ejemplo de superación y esa manera en que ahora puede ver la vida es un espejo para muchos hombres y muchas mujeres que todavía les cuesta subir ese escalón. Y es un ejemplo real, porque el quedarse viviendo en la tristeza, el rencor o seguir adelante, es una elección propia y es aplicable para cualquier caso traumático al que nos hayamos enfrentado.
Lograrlo puede ser más difícil en un país como Colombia donde la desigualdad está a flor de piel, pero como dice el llanero – “Chivo que se devuelve, se desnuca” y Nohemí sí que sabe de esto.
Una elección, así como la que un día tomó Nohemí, puede cambiar la vida de una familia, incluso la de futuras generaciones.